Del estado de alerta al estado de solidaridad

El Covid19 nos ha traído enfermedad y muerte, un reto enorme para el sistema sanitario y una verdadera hecatombe para la economía, la estructura estructura social y la vida de las personas. La crisis generada por el Coronavirus pone en primer plano que el orden social del mundo, que parecía casi indestructible, “se desvanece en el aire” porque lo que parecía tan sólido era sólo una gran ficción construida y sostenida por los instrumentos de poder del capital y de una relación depredadora con la naturaleza.

El Covid19 es parte de la globalización, de una estrategia mercantil global, en donde la salud es un subproducto adaptado a los requerimientos de los mercados, olvidando que en un mundo interdependiente los riesgos tampoco tienen fronteras. Esta pandemia, al igual que ocurre con el cambio climático, ( que tiene mayor mortalidad) nos enseña que no posible vivir permanentemente con la paradoja de concebir la salud, el clima, la economía, la educación, la ciencia o la cultura, como bienes de propiedad privada o de propiedad del Estado, porque en realidad son bienes comunes, y así deben de ser políticamente instituidos.

La incapacidad para defender la salud global es, pues, una manifestación del fracaso de nuestro modelo de sociedad y específicamente de la globalización neoliberal y de su reverso, el populismo nacionalista que pugna por mantener la soberanía absoluta y anacrónica del Estado. Así, hemos vuelto a oír: “America First”, en sus diferentes versiones, mientras persiste la negación sistemática de cualquier forma de gobernanza cooperativa y solidaria de las Naciones Unidas, la ceguera interesada de la Unión Europea o la marginalidad de la Organización Mundial de la Salud, que paga la factura de su deriva privatizadora.

Es posible que, en estos momentos, esté muriendo una forma de globalización mercantil, no regulada y basada en el libre mercado, con su propensión a las crisis y las pandemias. Debemos recordar que antes del ascenso del neoliberalismo, fue posible erradicar una terrible enfermedad como la viruela (1980), con el liderazgo de la OMS y la acción mancomunada de los gobiernos de todo el mundo. Un formidable logro que no debería de ser una utopía del pasado, sino el precedente que reconozca la interdependencia y la solidaridad.

La pandemia del Covid19 no es un verdadero desastre “natural”: la naturaleza no está separada – no está fuera – de la cultura, la economía y la vida cotidiana, sino en una relación metabólica, en donde la reproducción del sistema neoliberal modifica las condiciones ambientales, con consecuencias que pueden ser no deseadas (como ocurre con el cambio climático o las epidemias). Cualquier epidemia, es siempre y simultáneamente un fenómeno social, político, económico, cultural y preferentemente medio ambiental, como muestra el que, en los últimos años, el 75% de las nuevas enfermedades humanas sean zoonosis, en gran parte dependientes de la industria agroalimentaria.

La pandemia está promoviendo una crisis social de gran envergadura, que ya existía soterrada después de cuarenta años de neoliberalismo, de austeridad y precarización, de un “estado de bienestar” frágil y vulnerable para la mayoría social. Al igual que las epidemias del cólera del siglo XIX, el Covid19 puede afectar a todo el mundo, pero es un mito que “las enfermedades infecciosas no reconozcan barreras y límites de clase”. Las diferencias de clase y los efectos sociales están muy presentes. Dado que la pobreza es el mayor determinante de la salud, no podemos perder la perspectiva de que bajo los efectos del Covid19 pueda devenir una enorme catástrofe social y de salud… Pero hay alternativas en función de la acción colectiva para trabajar por Otro Mundo posible, un mundo saludable, ecológico. no capitalista, no patriarcal, diverso, solidario, justo y democrático.

Plataforma por la Salud y la Sanidad Pública de Asturias

¡LA MANO INVISIBLE DEL COVID19 ES LA TORMENTA PERFECTA PARA LA ECONOMÍA CAPITALISTA!

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