Los masters fraudulentos

Cristina Cifuentes, Pablo Casado, Carmen Montón… Sus Masters solo son una pequeña parte de la historia. 13/09/2018 | Andreu Tobarra (Departamento de Sociologia y Antropología Social de la Universitat València) Fuente: OSALDE, VientoSur.info

Desde ya una buena cantidad de años como profesor universitario al mismo tiempo que activista social, quiero poner en el papel algunas consideraciones que intenten ir más allá del sangrante y esperpéntico anecdotario protagonizado, de momento, por el trio de altos cargos de la política institucional, Cifuentes, Casado y Montón.

Por empezar por alguna de las puntas del asunto, creo que es bastante irrelevante intentar encontrar alguna diferencia de sustancia entre el hecho de que Montón haya sido capaz de enseñar un trabajo (al menos la portada ya que se negó, con motivos obvios dado su plagio, a permitir que se fotocopiase) y los otros dos cargos no. Es irrelevante ya que hemos ido acumulando más que simples sospechas con filtraciones en todos estos años de cómo algunos políticos que intentan construirse un currículo universitario encargan a personas de su entorno y que forman parte del personal de confianza que dirigen en el ámbito institucional, la elaboración del mismo. Unas veces es un encargo pagado y otras es un servicio que será recompensado en un futuro por el alto cargo desde las posibilidades que ese puesto importante le permite, o, a veces, la recompensa abarca los dos ámbitos. También hemos sabido que el redactor o redactora en la sombra, no ha realizado necesariamente el trabajo encargado con la honradez y calidad mínima esperada; en cierta medida ha decidido ser tan corrupto como su patrón o patrona, plagiando con tan pocos disimulos como escrúpulos.

Dejemos claro que tanto el acto de no hacer el trabajo de investigación requerido, como presentarlo falsificado y plagiado, en la universidad solo puede realizarse, como mínimo, con la absoluta conciencia y connivencia de algunos miembros del profesorado. Es decir, no ha podido ser, en ningún momento, una acción unilateral por parte de importantes estudiantes corruptos que engañan a todos, como si se tratara de algún universitario que en un momento dado copia un examen hábilmente superando el control de su profesor.

Mucho más revelador es alguna parte del discurso que construyen en sus apariciones públicas, cuando ya no tienen más remedio que intentar dar explicaciones para conseguir sobrevivir en el puesto. La señora Montón, siguiendo un guion extraordinariamente similar al de la señora Cifuentes, dijo en voz muy alta en la rueda de prensa como argumento de enorme peso: “tengo el apoyo del Presidente”.

¿Este apoyo qué tiene que ver con el tema que se juzga? Lo que se está dilucidando es la honestidad o deshonestidad. Tener el apoyo del Presidente no convierte en verdad la mentira. Se pierden y evidencian con revelaciones en un discurso cuyas claves no se corresponden tanto con lo que es generalizable a la sociedad, sino que se corresponde con lo que en su pequeño mundo tiene mucha importancia: las relaciones que te respaldan, el sostén de los que están por encima de ella en la jerarquía. Y, en este punto, no podemos menos que reconocer que tiene buena parte de la razón: para ascender y permanecer en los cargos de responsabilidad como una autentica profesional de la política, como mínimo en el PP y en el PSOE, hace falta medrar y mucho, generar alianzas que supongan a los que tienes por encima garantía suficiente de fidelidades y algo muy parecido con los que compiten en el mismo nivel de la jerarquía del aparato de partido. Es decir, la cooperación, la colaboración ética, unida a una capacitación real no solo en términos técnicos, sino sociales, está bastante minorizada, por no decir ausente, como determinante principal del puesto que se ha llegado a ocupar y la promesa, si ya no se puede mejorar, como mínimo a mantenerlo casi eternamente.

La lista de políticas y políticos profesionales, que, desde sus inicios juveniles, no han hecho otra cosa más que trabajar para el partido o para los puestos del mismo partido en las instituciones, es larga, tanto en el PP como en el PSOE y sorprende contar la cantidad de años que van acumulando, pasando de un puesto a otro, salvo que les llegue la jubilación de la clase política y la recompensa se presenta no en forma del retiro de cualquier trabajadora o trabajador. Para esos altos cargos se presenta en forma de la recompensa de las puertas giratorias, desde las que a su vez pueden hacer valer sus agendas de contactos adquiridos en los años de ejercicios anteriores, manteniendo fuera de la esfera pública, en los consejos de administración de las empresas en las que son recolocados, una obligada sintonía de intereses, por no decir sumisión al aparato de partido que te ha dado esa ventajosísima y elitista opción generalmente muy bien remunerada.

A la espera de lo que ocurra con Casado en el supremo, la despedida de Cifuentes y de Montón sigue un mismo guion. Por parte del partido que se ve obligado ante las múltiples evidencias y las consecuencias que supondría mantenerla para sus organizaciones, las frases de despedida son de este calibre: “Tu decisión, valiente, te honra”, le adjudica el presidente Sánchez, “con tu labor, España es mejor país en solo cien días. Gracias”, señala la cuenta oficial de Twitter del partido… mientras que la misma Carmen Montón, se adjudica en su rueda de prensa de despedida que lo hace “desde la honestidad”.

Estas declaraciones que no solo niegan todas las evidencias, realmente, ¿las hacen como parte del oficio para conseguir minimizar daños intentando que la desinformación actúe a su favor consiguiendo, ayudados por la prensa, radio y televisiones amigas, que entre algunos sectores sociales no suponga un desgaste de confianza y legitimidad de su organización, cosa que se traduce siempre en pérdidas de votos?.

Pensamos que, junto a ello, existe otro motivo, que parte de la lectura que hace la propia clase política de sí misma. Junto a su capacidad de autonomizarse de los intereses sociales, con intereses propios, parte del oficio de político profesional consiste en emitir discursos que, amplificados convenientemente por los medios de comunicación, justifican estar haciendo y defendiendo aquello que sistemáticamente se incumple de las promesas electorales y de los programas de gobierno. Al mismo tiempo que se construyen discursos en sentido contrario a las evidencias, los políticos profesionales, en esa autonomización de los anclajes sociales, van asumiendo la normalización en su esfera de toda una serie de privilegios, entre los cuales está la consideración de estar dotados de una serie de valores y reglas que no tiene por qué regir para el resto de los mortales.

Así ocurre con el embellecimiento de lo realizado en la función del cargo, de tal forma que en el caso de la ya exministra Montón, ella misma y su partido han exaltado el trabajo realizado por ella en estos tres meses, cosa que entra en contradicción con su equivalente entre la inmensa mayoría de los trabajadores y trabajadoras. Una mujer de la limpieza, un auxiliar sanitario… por hacer todos los días sus trabajos correctamente no reciben el más mínimo halago ni recompensa, se considera que eso forma parte de su labor, pero para la clase política esta regla es diferente, el hecho de hacer correctamente algo de lo que comporta como obligación el cargo, debe ir acompañado de un jubiloso clamor social de reconocimiento y aclamaciones.

Otra pregunta sin contestar sería ¿por qué eligió ese master la exministra? Si lo que afirma era que deseaba mejorar su formación en algo de lo que era la responsable de su grupo parlamentario, ¿por qué eligió un master de género que seguramente no elegiría prácticamente ninguna de las mujeres activistas de los feminismos? La respuesta debemos buscarla en ese mismo lugar, el de una clase política con reglas y privilegios propios.

El hecho de que al profesorado de ese master le cuelen falsificaciones de trabajos plagiados o inexistentes, solo puede entenderse bajo la premisa que participaban en el fraude. Esto que en este caso es una situación radicada en un grupo de profesores de la universidad Juan Carlos de Madrid, no deberíamos contemplarlo como algo excepcional ya que responde a algo que va más allá de una lógica aparente de comportamientos individuales corruptos.

Hay poderosas conexiones y connivencias en la sombra no solo entre la universidad y la clase política, sino entre los principales poderes del Estado, incluyendo también a todo un abanico de diferentes instituciones sociales. La existencia de una deseable separación de poderes, es decir de actuaciones independientes sin influencias subterráneas, es, en esta sociedad que nos ha tocado vivir, una gran ficción.

En la universidad se establecen conexiones con importantes empresas como puede ser la banca o un fabricante de automóviles o una farmacéutica, conexiones que permiten financiación para proyectos concretos de la mano del gobierno de turno (ministerios, consellerias que encargan trabajos a determinados profesores y departamentos…). La clase política es la muñidora de esas conexiones y recibe a cambio recompensas menores, pero muy deseadas, como puede ser popularizar su figura presidiendo actos universitarios, en función de su cargo y no de sus conocimientos.

El nivel superior de intercambio de favores cuando la connivencia del político es, por ejemplo, con un constructor, permite recibir algo de lo que este produce: áticos de lujo, reformas gratuitas de la vivienda… acompañadas de dinero como bien convertible en cualquier cosa que admita su intercambio. Cuando esto se produce en la Universidad implica la facilitación por parte del profesorado implicado algo de lo que produce la universidad: títulos.

Además, no debemos quedarnos en la superficie, esta conexión afecta a más cosas y posiblemente de más importancia: contenidos de programas de asignaturas y titulaciones, así como privilegiar que partes de la ciencia son más promocionales que otras. Hoy se ha conquistado relativamente en la elaboración científica de la universidad que no es posible hacer ciencia en multitud de parcelas sin contemplar el paradigma ecológico-ambiental o el de género. Pero hasta hace pocos años eran absolutamente ignorados y menospreciados en la creación y reproducción científica. La clase política coincidía también en ignorar feminismo y ecología.

La universidad, de la misma forma que ocurre con jueces, abogacía, directivos empresariales y otros destacados sectores sociales, en sus escalones altos, participan de las ideas de calado que escenifican todos los días en los medios de comunicación una buena parte de los y las políticas profesionales. La conexión que hace que compartan tanto cuestiones ideológicas como favores mutuos, a veces transparentemente y otras muchas en la sombra por su deshonestidad e ilegalidad flagrante, es la de comulgar plenamente con los valores e intereses dominantes que se dan en cada momento social. Esa comunidad está representada perfectamente en las actuaciones “en equipo” de jueces, medios de comunicación, altos directivos empresariales, miembros de las universidades y elite política, entre otros.

Sería poco justo transmitir la idea que son muchos, cuando en la mayoría de ocasiones son muy pocos los que forman parte de esta red transversal de connivencias, pero pueden abultar mucho, aunque no supongan un porcentaje relevante en cantidad, hay que contemplarlos también en función del lugar y categoría destacada que ocupan.

En la universidad rey Juan Carlos, donde se impartía el master de Cifuentes, Casado y Montón, el rector en esos momentos era Gonzalez-Trevijano, claramente vinculado al PP, que va a pasar inmediatamente a ser colocado en el tribunal constitucional por ese mismo Partido Popular. Este personaje es ejemplificador en sus actuaciones de cómo funcionan estas conexiones: tras haber entrado a trabajar en su universidad numerosos familiares de dirigentes del PP, en la carrera por presentarse a un tercer mandato (cosa que no estaba permitida en los estatutos) como responsable máximo de la universidad, frente a una justificada demanda de su competidor como candidato a conseguir volver a ser elegido como rector de la universidad, Gonzalez-Trevijano le da instrucciones a Javier Ramos, que entonces era su lugarteniente y hoy en día ocupa su lugar como rector de la universidad rey Juan Carlos, para que sobornara a su contrincante y retirase la demanda interpuesta. Los audios han sido publicados por eldiario.es y dan fe de la catadura intelectual y ética de esta caterva: “Tú me retiras el contencioso porque me he presentado a la tercera reelección como rector y yo a cambio… ¿Qué quieres? ¿Dinero, profesores, departamentos, espacios?”

Tras falsos discursos para la ciudadanía, en los que proclaman su honestidad y su enorme capacitación, confabulan ocultos en despachos y restaurantes de lujo con el mayor cinismo mercadeando con los bienes comunes y los servicios públicos (la justicia, la enseñanza pública y los títulos que imparte, el territorio, los proyectos y la planificación urbanística…). Y esto lo hacen desde los mismos centros de decisión de la esfera pública, como caballos de Troya que se han introducido en algunos de los más importantes puestos de decisión y gestión de los intereses colectivos y sociales.

La respuesta a todo esto, esperemos que no solo esté en el viento. Frente a la oscuridad en la que se desenvuelven, necesitamos luces y testimonios. Es una urgencia que toda la herencia del 15M, de los ayuntamientos del cambio, de las emergentes fuerzas sociales con fuertes raíces sociales materialicen de una vez las propuestas de transparencia y participación, mucho más allá de las simples palabra y declaraciones, en un horizonte cercano que plasme democratizaciones reales en todos los campos que forman parte de las vidas de las personas.

13/09/2018

Andreu Tobarra es miembro de Anticapitalistas y profesor del Departamento de Sociologia y Antropología Social de la Universitat València

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