Por estas fechas es habitual desearnos salud al menos en dos ocasiones: el día del sorteo de la lotería y en Año Nuevo. Así que cumpliendo con la tradición mis mejores deseos para la salud de todos ustedes lectores de esta columna.
La salud es probablemente el bien más preciado de cualquier persona. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades”. Una definición tan ambiciosa que es utópica, más una aspiración que una realidad al alcance de la mano.
Frecuentemente se confunde el derecho a la salud con el derecho a la asistencia sanitaria y, por ello, se suele poner el foco más en el sistema sanitario que utilizamos para recuperar la salud cuando se pierde, que en la forma de mantener la salud previniendo la enfermedad. Dejar la salud en manos del sistema sanitario ha conducido a la “medicalización” de la vida, que no es otra cosa que convertir en procesos patológicos situaciones que son y han sido siempre completamente normales.
Frente a esta medicalización de la vida es necesario entender que, en gran medida, los principales responsables de nuestra salud somos nosotros mismos y que nuestros hábitos de vida son, posiblemente, el mayor condicionante de la misma. Por ello es fundamental cuidarnos a nosotros mismos desarrollando hábitos de vida saludables.
Las personas podemos tener un mejor control de nuestra salud mediante el “autocuidado” que es un proceso personal y voluntario, una decisión de asumir una responsabilidad individual y un compromiso cotidiano de cuidar nuestra propia salud. El autocuidado es un concepto amplio que engloba aspectos culturales, socioeconómicos, ambientales, de higiene, nutrición o modo de vida; adoptar algunos de ellos está más fácilmente a nuestro alcance mientras que otros son más difíciles de llevar a cabo. Podemos enumerar algunos de los más asequibles por todos y cada uno de nosotros.
1.- Realizar una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, proteínas y grasas saludables, evitando o limitando el consumo de alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas; también beber agua suficiente para mantener una hidratación adecuada.
2.- Evitar el consumo de productos tóxicos como el alcohol, cigarrillos y drogas. Fumar y beber aceleran el envejecimiento y aumentan el riesgo de enfermedades.
3.- Realizar actividad física al menos 30 minutos al día (caminar a paso ligero o subir escaleras puede ser suficiente, desplazarnos a pie o en bicicleta es otra opción). La combinación de ejercicio cardiovascular, fuerza y flexibilidad ayuda a mantener la salud física y mental. En muchos parques existen circuitos saludables que disponen de máquinas deportivas que ayudan a mantener la forma física.
4.- Mantener un peso corporal adecuado es importante para reducir el riesgo de enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento.
5.- El descanso y los hábitos de sueño regulares permiten que el cuerpo se recupere. El sueño regular es básico para la función cognitiva y el bienestar general.
6.- Mantener medidas de higiene personal para evitar las infecciones. Las vacunas contra la gripe o la neumonía previenen infecciones molestas y que pueden ser mortales en personas de riesgo.
7.- La exposición al sol es beneficiosa, pero debe ser moderada. El uso de cremas de protección solar protege la piel del daño causado por la exposición excesiva al sol.
8.- La prevención de accidentes domésticos que son frecuentes en el propio domicilio y adaptar este para tratar de evitarlos, especialmente en las escaleras, la cocina o el cuarto de baño, aunque no solo. En la cocina poner especial cuidado al manipular el gas.
El autocuidado de la salud no debe reducirse a aspectos físicos, pues implica una visión más completa del bienestar personal. Otros aspectos como mantener la mente activa ejercitando el cerebro a través de actividades que sean retos cognitivos desafiantes como rompecabezas sudokus y crucigramas, mantener la lectura y el aprendizaje continuo y mantener las relaciones sociales con familiares, vecinos y amigos son esenciales para el bienestar emocional y mental.
Las emociones son un aspecto esencial en la vida del cualquier ser humano, ya que influyen en casi todo lo que hacemos: determinan cómo nos sentimos, comportamos y pensamos. Si descuidamos las emociones somos más susceptibles al malestar físico y psicológico. Por ello es necesario saber cómo gestionarlas.
En resumen, el autocuidado son todas aquellas prácticas cotidianas y decisiones que puede desarrollar una persona para cuidar su salud y tener mejor calidad de vida. No siempre es fácil, incluso no siempre es posible si algunos de estos aspectos no dependen directamente de cada persona, pero cuando sí podemos hacerlo son decisiones que nos ayudarán a mejorar y mantener nuestra salud y calidad de vida.
Por el contrario, pretender resolver mediante la medicina situaciones que no son médicas sino personales o sociales, solo conduce a la medicalización progresiva de la vida mediante el consumo indiscriminado de fármacos, productos y servicios sanitarios que no siempre tienen una relación riesgo/beneficio favorable, que pueden producir efectos adversos e indeseables y cuyo consumo en muchas ocasiones es estimulado por la publicidad comercial directa de la industria y también desde sectores del propio sistema sanitario. La medicalización de nuestras vidas busca más el beneficio comercial que nuestra salud, el autocuidado no. Tenemos que convertirnos en nuestro propio agente de salud.