Transcurrido más de un mes desde que se desató el infierno en Gaza y se intensificó el genocidio perpetrado por el estado de Israel con el silencio en el mejor de los casos y la complicidad en el peor, de los gobiernos de naciones supuestamente civilizadas a las que pertenecemos, los abajo firmantes, trabajadores sanitarios de todas las categorías, hemos decidido publicar esta carta abierta para no hacer buena con nuestro silencio esta caída en el abismo de toda la humanidad.
A lo largo de un mes hemos visto niños desmembrados, mujeres enterradas en los escombros, barrios enteros destruidos, vidas rotas, hemos visto el terror en la cara de miles de inocentes, hemos visto mucho más de lo que querríamos haber visto nunca. Esas imágenes nos han roto el corazón y nos han sumido en la desolación. Pero también hemos visto a nuestros dirigentes balbucear buscando la equidistancia o, directamente, convertirse en jaleadores del mal absoluto.
Estos hechos, inenarrables en toda su crueldad, nos interpelan a todos, porque todos formamos parte del mundo que lo permite o lo alienta. Nuestros dirigentes son cómplices en cuanto callan y conniven, y culpables en cuanto surten de armas para el genocidio y mantienen relaciones diplomáticas y comerciales con Israel.
Como trabajadores sanitarios, consideramos nuestro deber denunciar el ataque masivo perpetrado en los últimos días contra los hospitales de Gaza, llevando hasta extremos inimaginables su crueldad, incluyendo los asesinatos selectivos de pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos, los cortes del suministro de electricidad y oxígeno, que han provocado la muerte de neonatos en las incubadoras, los ataques contra los lugares donde se agrupan los heridos, y los asesinatos del personal sanitario.
Nos conmueve cada dolor, cada herida, cada muerte. Y entre la digna gente de Gaza recordamos a nuestros colegas sanitarios que, lejos de rendirse, deciden permanecer junto a sus pacientes, en jornadas extenuantes, con la amenaza constante de que cada hora sea la última. Señalados como objetivos militares, porque simbolizan la esperanza de vida entre tanta muerte, deciden dar la suya por la de sus vecinos, y enarbolar esa bandera, la de la vida, hasta su mismo final. Muchos han muerto ya, muchos otros están heridos y muchos más aguantan como auténticos héroes. Imaginamos su cansancio, su zozobra, sus lágrimas, su miedo, su angustia y no podemos más que solidarizarnos con ellos, que agradecerles su gesta, que debería ser para siempre un ejemplo para todos.
Denunciamos, con especial contundencia, el manifiesto firmado por cien médicos israelíes justificando y alentando el genocidio del pueblo palestino, negándoles toda categoría de humanidad. Este hecho contraviene todos los principios bioéticos sobre los que se sustenta la profesión médica, desde el Juramento hipocrático hasta el Informe Belmont. La violación flagrante de estos principios debería dejar fuera de la profesión médica de forma directa e irrevocable a quien se atreviera a cometerla.
Nuestros gobernantes tienen el poder, el deber y la capacidad de actuar con determinación y frenar esta atrocidad, exigir la entrada de ayuda humanitaria e instar a la Corte Penal Internacional a que investigue los posibles crímenes de guerra cometidos por Israel durante este último mes, delitos así catalogados y definidos por el Derecho Humanitario Internacional en virtud del Convenio de Ginebra y sus protocolos adicionales y el Convenio de la Haya, ratificados por la ONU y firmados por todos sus estados miembros. El catálogo de crímenes perpetrado por el gobierno de Israel, mediante su ejército, y amparado en la impunidad que le proporcionan sus aliados de Estados Unidos y la Unión Europea, es amplio. A saber:
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Atentar contra la salud o causar deliberadamente grandes sufrimientos.
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Dirigir intencionadamente ataques contra la población civil o a sabiendas de que afectarán a la población civil.
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Ataques contra personas, instalaciones, material, unidades o vehículos participantes en misión de mantenimiento de la paz de la ONU, sanitarios o de asistencia humanitaria.
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Tortura o trato inhumano o vejatorio.
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Uso de armas venenosas o que produzcan daños superfluos, indiscriminados o innecesarios.
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Ejecución sumaria.
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Dirigir intencionalmente ataques contra edificios dedicados a la religión, la educación, las artes, las ciencias o la beneficencia, los monumentos históricos, los hospitales y los lugares en que se agrupa a enfermos y heridos.
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Desplazamiento forzoso de la población por la potencia ocupante.
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Apropiarse o destruir bienes ajenos.
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Castigos colectivos o intimidación, provocar hambre y privar de alimento y otros bienes indispensables para la supervivencia, así como obstaculizar los suministros de socorro.
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Prácticas de apartheid.
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Privar de juicios justos y con garantías.
Por último, también queremos denunciar la forma en que Israel pretende dejar al mundo ciego, atacando directa y deliberadamente a nuestros ojos: los reporteros perseguidos y asesinados, tanto ellos como sus familias, y negando el acceso a la prensa libre para una cobertura independiente de la realidad de esta masacre.
Por todo ello, los abajo firmantes nos dirigimos al Gobierno de España y a la Presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea para exigir la cancelación de todas sus líneas de colaboración con el estado de Israel. Al estado de Israel, para exigirle un alto el fuego inmediato, el respeto de los derechos humanos de los palestinos y del derecho humanitario internacional y que permitan, a través de corredores humanitarios seguros, la entrada de la ayuda humanitaria que la gente de Gaza precisa. También nos dirigimos a nuestros conciudadanos de todas las naciones para rogarles que no miren para otro lado y exijan a sus gobiernos responsabilidad.
Toda nuestra solidaridad va para nuestros hermanos sanitarios, que luchan contra la muerte en los hospitales de Gaza.
Sergio Calleja Puerta, neurólogo
Cecilia del Busto Martínez, intensivista
Nahla Zeidán Ramón, médico nuclear