FUENTE LA VOZ DE ASTURIAS 13/12/2922. El año 2022 no ha terminado aún y en lo que respecta a Asturias ya arroja algún que otro dato que hace prever un balance más que negativo. Uno de esos datos es el que ofrece el sistema de Monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas y atribuible a temperatura (MoMo) que, según la actualización de la situación a fecha 29 de noviembre, indica que en la región hay un exceso de 1.173 defunciones por todas las causas, de las cuáles 158 son atribuibles a la temperatura. Es decir, que en nuestra comunidad autónoma han fallecido un millar de personas más de las estimadas para este año, ya que si la estimación base era de 11.483 defunciones, hasta la fecha indicada ya han fallecido 12.656 personas.
El exceso tan elevado de este año (1.173 defunciones) choca con el dato de 2021, año en el que, pese a producirse un exceso de mortalidad también (568 defunciones más de las estimadas), éste fue significativamente inferior al de este 2022. En 2020, año en el que se declaró la pandemia de la Covid-19, el exceso de fallecimiento se elevó hasta los 1.605.
Teniendo en cuenta que en el transcurso de este 2022 la pandemia se ha ido controlando y que la incidencia del coronavirus ha descendido de forma importante ¿a qué se debe la alta cifra de mortalidad en Asturias? El envejecimiento de la población asturiana, la propia pandemia y sus efectos colaterales son las causas a las que apuntan los expertos consultados por La Voz de Asturias de que esté habiendo más defunciones de las estimadas en la región este año, aunque Adonina Tardón, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, matiza que para precisar el origen del elevado número de muertes habrá que esperar a que salgan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), aproximadamente a mediados de 2023, puesto que son los que concretan la causa básica de defunción y las edades de los fallecidos.
Pérdida de atención a pacientes crónicos
El mismo explica que el sistema MoMo, que en su día se diseñó para estimar el exceso de mortalidad como consecuencia del calor o del frío, se puso «de moda» durante la pandemia y en los dos años de mayor incidencia del virus, 2020 y 2021, se atribuía a la Covid-19 el exceso de defunciones. «Pero el virus es cada vez menos letal y ya es uno más de la familia de los virus respiratorios», comenta Antonio Vidal, que considera, por tanto, que el exceso de mortalidad que se está produciendo en este 2022 tiene que ser «un efecto post pandemia» siendo, el principal a su entender, «la pérdida de atención a los pacientes crónicos de una población envejecida». «Incluso lo más robustos resistieron al Covid, pero no han resistido a la falta de seguimiento de su enfermedad», manifiesta el representante del SIMPA, que añade que los enfermos crónicos «son los que tienen más complicaciones que producen mortalidad».
A esto añade la carencia de profesionales: «no hay médicos y sin facultativos no se puede dar la asistencia médica que requiere la población asturiana», indica Antonio Vidal, que advierte que «los parches que inventa el Principado» no son válidos para hacer frente a la preocupante situación de la región ni para frenar el exceso de mortalidad.
La especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, Adonina Tardón, pone de relieve que Asturias «es una comunidad autónoma envejecida» y atribuye la elevada mortalidad a «la alta probabilidad de defunción» que conlleva ese hecho. No obstante, la misma es partidaria de «esperar a tener las tasas específicas por grupo de edad y por causa de la muerte» ya que opina que hoy por hoy «no se puede achacar claramente el exceso de mortalidad a un origen o causa subyacente» porque el MoMo «se crea para medir el exceso de mortalidad pero no para medir la causa».
Además, sobre que el exceso de mortalidad en este 2022 esté por encima del millar de defunciones, Tardón comenta que puede estar relacionado con que en 2021 el exceso fuera mucho menor, en concreto 568 defunciones, mientras que en 2020, año de comienzo de la pandemia, ese exceso superó las 1.600 defunciones. «Puede ser un retraso de la mortalidad del 2021», apunta la especialista, que tiene en cuenta que ese año aún estaba muy limitada la interacción social y que si bien para los mayores conllevó por un lado el beneficio de evitarles el contagio de la Covid-19, por otro se produjo «un deterioro social y cognitivo que pudo haber retrasado la curva de 2021 a 2022». «Ahora hemos vuelto a una estructura de vida normal», comenta Adonina Tardón, que insiste en esperar a mediados de 2023 para analizar si el exceso de mortalidad de este año es un efecto colateral de la pandemia sabiendo la causa básica de defunción.