FUENTE: EL COMERCIO. Ni en su peor pesadilla habrían podido imaginar los Borbolla Cue, una familia del pueblo llanisco de Balmori, el llegar al extremo en el que ayer se vieron: a punto de ser desahuciados de la casa en la que han vivido toda su vida. La quiebra de la empresa de construcción que les sustentaba y el cáncer que padece el padre, Francisco Borbolla, son motivo y parte del drama que atraviesan desde 2015. Ese año, la empresa de Francisco, especializada en la instalación de baldosas, realizó su último trabajo. Fue en Las Malvinas, en la capital llanisca, y actuando como subcontrata. «Me dejaron a deber 200.000 euros», relató Francisco, de 64 años. A esa cuantía se sumó «otro tanto» que desembolsó para «pagar al personal». Desde entonces la situación económica de la familia se fue agravando, hasta el punto de que se vieron en la encrucijada de «pagar» la hipoteca o «comer». El calvario por la pérdida de la casa, situada en el barrio de El Corral, comenzó a principios de 2020 y en 2021 terminó saliendo a subasta, hasta que finalmente fue adquirida por una sociedad inmobiliaria con sede en Oviedo.
Actualmente, el Ayuntamiento carece de viviendas de emergencia para realojar a la familia. La consejera de Derechos Sociales y Bienestar, Melania Álvarez, indicó ayer que sí hay a nivel autonómico «capacidad de respuesta». Mientras tanto, para la familia empieza a correr el plazo de un mes.