La primera sesión de las 37 Jornadas de Debate sobre la Sanidad Pública: Salud y Políticas de Salud en el entorno de la pandemia COVID-19 trató sobre la Política Sanitaria Global, en concreto sobre la gestión de la pandemia producida por COVID-19.
Este debate fue moderado por Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones por la Defensa de la Sanidad Pública, y hubo cuatro panelistas:
- Carlos Ponte, que es el presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Asturias.
- Sally Ruane, profesora de la Universidad de Laicester en Reino Unido y directora de la “Health Policy Research Unit”.
- Jean-Pierre Unger, que trabaja en el “Department of Public Health”, en el Instituto de Medicina Tropical en Bélgica.
- Eleonor Minho Conill, investigadora de la Universidad de Florianópolis de Brasil y del Observatório Iberoamericano de Políticas e Sistemas de Saúde (OIAPSS).
El primero en intervenir es Carlos Ponte que empieza su ponencia destacando que no nos encontramos ante una crisis sanitaria, sino que es una crisis estructural, la cual está ligada al modelo de crecimiento; y aún siendo esta crisis global, las respuestas que se dan son fragmentarias por parte del los Estados, destacando el caso de España dónde las respuestas a la crisis se dan desde las Comunidades Autónomas, lo cual explica que es un error, puesto que se sabe que el virus no respeta fronteras.
Carlos Ponte explica que el factor crucial para el control del virus ha sido la gobernanza. Siendo una gobernanza deficiente un factor de riesgo y la causa de una mayor propagación del virus. Destaca que uno de los problemas principales desde su punto de vista es que en general los países del mundo occidental (incluyendo España) tomaron una estrategia de mitigación con respecto al virus, asumiendo una convivencia con una transmisión baja del virus, provocando así las llamadas olas. Esta estrategia, explica Ponte, que se ha adoptado en los países de Europa por la dificultad de aplicar medidas restrictivas en estos territorios, unido a intereses económicos de las grandes multinacionales.
En cuanto a la vacunación, destaca un gran problema: no se está vacunando en los países con menos recursos económicos, son los países ricos los que están “acaparando” estas vacunas. Aún así, viendo países como Israel o Reino Unido, que tienen a gran parte de su población vacunada, parece que la vacunación funciona. Pero no podemos apostar todo a las vacunas, es necesario un acuerdo político – social, en el que la sociedad tome parte activa en las decisiones.
La segunda ponente del debate fue Sally Ruane, que se centra en el impacto del virus y en las medidas políticas tomadas en Reino Unido. Explica que en el Reino Unido hubo dos olas importantes: la primera en la primavera de 2020, y la segunda, con un mayor impacto, en septiembre de 2020. Al principio, las medidas de control del virus son más laxas, intentando retrasar así unas medidas restrictivas; estas medidas restrictivas se toman entre marzo y junio de 2020 decretándose un confinamiento; y posteriormente Ruane destaca otro confinamiento más corto en noviembre, y un último confinamiento más estricto entre enero y abril del año 2021. Considera que hubo una falta de liderazgo y compromiso por parte del Primer Ministro británico y una falta de planificación, centrándose en un primer momento en una estrategia de inmunidad colectiva. Destaca también la falta de pruebas y rastreo y el poco personal sanitario, así como las malas condiciones de los mismos.
Al igual que en España, cuando llegó el verano de 2020 hubo un relajamiento en las medidas, y un intento de fomentar la economía a través del consumo, ofreciendo descuentos del 50% en hostelería durante agosto de 2020. Esto fue una de las causas por las que a finales de ese mes empezaron a ver un aumento notable de los casos de infectados.
Con respecto a la vacunación, Ruane destaca que hay cierto escepticismo por parte de la ciudadanía, producido por los casos de trombosis, aunque las autoridades del Reino Unido alertan a la ciudadanía de que los beneficios de la vacunación son mayores; aunque destaca como un problema grave que no se están vacunando a las personas que no poseen la residencia, a pesar de encontrarse en grupos vulnerables. Explica también que la vacunación se está realizando de forma masiva y que no se realiza a través de la Atención Primaria, sino que es realizado por el ejercito, las farmacias y por personas voluntarias pertenecientes al Sistema Nacional de Salud británico.
El tercer ponente es Jean-Pierre Unger que explica que el caso de Bélgica es muy similar al del Reino Unido. Al comienzo de la pandemia Bélgica es el país de Europa con mayor número de muertes, explica que esta tasa elevada se debe a ciertos elementos estructurales cómo es la alta desigualdad social del país, habiendo un mayor número de muertos en las zonas del país más pobres. A este factor se añade otros que son propios del sistema sanitario belga, que ha estado muy afectado por las políticas de austeridad, quedando un sistema muy deficiente. Unger destaca estos problemas con respecto a la crisis del COVID19: pocas camas hospitalarias, pocos laboratorios de despistaje, falta de oxígeno en los hospitales, y pocos recursos humanos: el personal de enfermería estaba limitado legalmente en sus funciones, no pudiendo así apoyar al personal médico; y tampoco se solicitó la colaboración del personal sanitario jubilado. Al igual que pasó en España, esta falta de camas se tradujo en la negación a la atención de los mayores, sobretodo de aquellos que estaban en residencias; violando así los derechos humanos de estos mayores.
En cuanto a las competencias políticas en materia sanitaria, el ponente explica que tras la sexta Reforma del Estado estas responsabilidades quedaron fragmentadas, lo cual también afectó negativamente la respuesta de Bélgica frente al virus.
Unger destaca como una historia de éxito el papel de la Agencia de Protección del Niño y de la Familia (la ONE), un servicio público de la comunidad francesa en Bélgica, responsable de los programas de medicina preventiva (vacunas, medicina escolar, consultas, etc.). Este servicio es el que ha compensado la falta de recursos sanitarios de los servicios de inspección sanitaria regionales, encargándose del rastreo en las escuelas, guarderías y campos de vacaciones.
Unger termina su intervención lamentando la falta de un servicio como la ONE para los ancianos.
La última ponente en intervenir es Eleanor Minho Conill, que nos relata la situación de Brasil y las medidas tomadas por el Gobierno. Brasil adopta una política de dispersión con respecto a la pandemia, lo cual presenta resultados trágicos. Minho destaca que en Brasil la financiación pública es menos del 50%, siendo el resto privada; esto provoca que haya muchos intereses privados en la gestión del país.
La pandemia llega a Latinoamérica, y por tanto a Brasil, más tarde de lo que los hace en Europa, pero en el caso de Brasil nos explica que no ha habido ninguna ola, sino que los casos han subido a un máximo y se han mantenido, sin llegar a bajar. La postura del Gobierno Federal de Brasil ante la pandemia ha sido de negación, tanto con respecto al virus como hacia la ciencia. Minho explica que el Gobierno realizó un control ideológico, prohibiendo a la prensa hacer publicaciones sobre investigaciones del coronavirus.
Por su parte, el Ministerio de Salud no quería informar del número de casos de muertos, sino que solamente informaba sobre los pacientes recuperados, negando así la severidad del virus.
No hubo (ni hay) una coordinación general por parte del Gobierno Central de Brasil contra la pandemia, sino que cada Estado y Municipio hace sus propias políticas, según sus propias consideraciones. Esto provoca que haya zonas de Brasil donde a penas hay casos, mientras que en otras la incidencia es muy alta.
Con respeto a la vacunación, Minho explica que el presidente Bolsonaro no apoya las vacunas y crea bulos sobre estas, creando situaciones de alarma y escepticismo entre la población.
Finalmente, la ponente destaca que con la liberación de Lula se ha podido ver una cierta presión por parte de la oposición para crear una investigación sobre la inacción del Gobierno de Bolsonaro frente a la pandemia, y las consecuencias de esto.
Finalmente todos ellos resaltaron la necesidad de una mejor coordinación de recursos y políticas dentro de los propios países y de gobernanza mundial ante las crisis sanitarias y del reforzamiento de la OMS como organismo tecnico y salubrista, autonomo e independiente de los intereses comerciales, asi como la necesidad de fomentar el acceso universal a las vacunas.