Los recursos humanos son lo más valioso que tiene el sistema sanitario público en España y desgraciadamente la Administración no lo ha tenido en cuenta o si lo ha hecho ha fracasado estrepitosamente en su cuidado: no se ha preocupado de hacer de la estabilidad en el trabajo de los profesionales sanitarios un objetivo prioritario, llegando a ser escandalosos no pocos de los contratos ofertados; no ha adaptado los salarios a la preparación, el esfuerzo y la responsabilidad de los profesionales y al que disfrutan los que trabajan en los países de nuestro entorno; no se ha preocupado de adaptar las plantillas a las necesidades, haciendo además recortes en las mismas que han propiciado no solo el deterioro de la calidad asistencial, también el desprestigio de los profesionales y en muchas ocasiones las agresiones a los mismos. Esta situación ha motivado que una parte no despreciable de los profesionales formados, con un coste económico importante, hayan emigrado. De esta dejación de funciones han sido responsables la Administración Central y las distintas Consejerías de las Comunidades Autónomas, también Sacyl.
En este contexto se ha abierto el debate de si se necesitan más médicos en España. Con la situación descrita previamente y con las repetidas alusiones al déficit de los mismos por parte de nuestras autoridades para con ello justificar la desorganización en algunos niveles asistenciales, podría pensarse que es así, que son necesarios más médicos. Si así fuera sería achacable a su falta de previsión.
Son escasos los estudios de proyección de necesidades de profesionales sanitarios. Esta dejación puede en alguna medida disculparse porque estas proyecciones tienen su dificultad, hay que hacerlas a muy largo plazo, teniendo en cuenta que la preparación de un médico desde que empieza la carrera en la Facultad hasta que acaba el MIR es de 10-11 años y que en esos años se pueden producir y de hecho se producen numerosos cambios en el sistema. Con todo, en 2017 la cifra de médicos en España era de 3,8 por 1000 habitantes, una de las más altas de Europa y por encima de la media de la OCDE que estaba en 3,6 por mil. No hay, pues, déficit de médicos en nuestro país. Diferente es la situación en enfermería donde tenemos 5,3 profesionales por 1000 habitantes frente a los 8,3 de media en la OCDE, un desequilibrio, sin duda, muy importante (Comparaciones Internacionales. Informe anual del Sistema Nacional de Salud 2017)
El problema no es de déficit absoluto de facultativos, que no existe, sino de distribución de los mismos, geográfica y por especialidades
¿Cuál es entonces el problema? En este punto hay bastante coincidencia, el problema no es de déficit absoluto de facultativos, que no existe, sino de distribución de los mismos, geográfica y por especialidades. Comparadas las cifras de los diferentes especialistas con las de otros países de nuestro entorno, en la mayoría de los casos existe aquí un ligero superávit. La proyección de futuro es sin embargo más preocupante, sobre todo en casos como Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC), debido en parte a las masivas jubilaciones que se están produciendo y se van a producir en los próximos años.
¿Cómo se puede influir en el proceso? En principio habría que hacer un registro fiable de médicos y establecer proyecciones de necesidades a más largo plazo, teniendo
en cuenta que éstas se van a incrementar, a pesar de que no aumente la población total en España, por el envejecimiento y el incremento de demanda consiguiente. Las teclas a tocar pueden reducirse a cuatro: los ingresos en las Facultades de Medicina, el número de plazas MIR a convocar, la fijación de la edad de jubilación y la regulación en la homologación de médicos extranjeros (regular la emigración de nuestros licenciados es más dificultoso porque el mercado sanitario es también un mercado y está sujeto a sus normas). No se necesitan más estudiantes de medicina y mucho menos más Facultades, hay más de las necesarias debido al aumento incontrolado de las privadas en los últimos años; tampoco pueden hacerse muchos malabarismos con la fijación de la edad de jubilación. Sí se puede incidir en el número de plazas a convocar para el MIR y se puede hacer un esfuerzo de aumento de las mismas, máxime si tenemos en cuenta que hubo una reducción de su número desde 2011 a 2017, pero esto no puede ser algo masivo e inmediato como han pedido algunos Consejeros, es necesario que esos MIR reciban una formación adecuada y para ello antes de aumentar las plazas es necesario aumentar el número de Unidades Docentes convenientemente acreditadas.
Mención aparte merece la situación de la MFyC y el más que probable déficit de profesionales en los próximos años. Al problema de las jubilaciones se une la falta de atractivo de la especialidad para los médicos que optan al MIR. En las últimas convocatorias de este examen, más de 2000 aspirantes han hecho ya otra especialidad y en más del 50% de los casos se trata de Medicina de Familia. Es necesario recuperar el prestigio de la MFyC porque se trata de la base de nuestro sistema sanitario. Hay que mejorar las condiciones laborales y la formación continuada de los profesionales, abrirles la puerta de la Universidad y facilitar las posibilidades de investigación. Es labor de las Administraciones Sanitarias y de la Universidad, pero también es necesario que los médicos de Atención Primaria sean conscientes de ello y hagan un esfuerzo suplementario para conseguirlo.
Aurelio Fuertes Martín
Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública