Redacción web1 mayo, 20210 Comments
Fernando Lamata
Parecería una película sobre un escándalo económico y humanitario, pero por desgracia, es la vida real.
En plena pandemia, mientras han muerto más de 3 millones de personas, y mientras se siguen contagiando cada día más de medio millón, las grandes empresas farmacéuticas, aprovechando el monopolio de las patentes, cobran por las vacunas precios muy por encima de los costes obteniendo enormes beneficios, y limitan la producción a las fábricas que ellas deciden, en lugar de permitir que se fabriquen vacunas en todas las fábricas acreditadas en el mundo, lo que haría posible vacunar a todo el planeta en menos de un año y con mucho menor gasto. El embudo de las patentes hace que, a día de hoy, se hayan vacunado un 34,2% de personas en EEUU y menos del 1% en la mayoría de países de bajos ingresos (Bloomberg, 2021). Por su parte, los gobiernos de los países de la UE y de EEUU, no solo aceptan este trato abusivo, sino que frenan los intentos de los países de bajos ingresos para suspender las patentes. Es una injusticia inaceptable que a mi, como ciudadano de la Unión Europea, me avergüenza.
¿Cuánto cuesta fabricar una vacuna mRNA frente a la COVID?
En el análisis realizado por Zoltan Kis y colaboradores, del Imperial College de Londres, el coste fabricación de una vacuna del tipo de la de Pfizer es de 0,58 € por dosis (Kis, 2021). A ese coste se debe añadir el coste de envasado, distribución, y beneficio industrial. Para estimar estos costes nos basamos en el trabajo de Andrew Hill y colaboradores, de las universidades de Liverpool y Harvard (Gotham 2019). Según ellos podemos calcular un coste de 0,35€ por dosis para rellenado, beneficio industrial y transporte. Agregándolo al coste de fabricación, sumaríamos 0,93 € por dosis.
Finalmente, se debería imputar el gasto realizado por la empresa en I+D. En este caso, la investigación de las plataformas mRNA, así como la aplicación a una vacuna frente a la COVID, han tenido financiación pública. Así, BioNTech, la empresa alemana que desarrolló la vacuna, recibió 475 millones de euros del gobierno alemán y de la Unión Europea para sus investigaciones. Pero, además, mediante el primer contrato de compra anticipada con la UE, la empresa Pfizer recibió 700 millones (por los primeros 200 millones de dosis). En EEUU ocurrió otro tanto. En todo caso, supongamos que pudieran acreditar un gasto de 1.000 millones de euros más. Esta cantidad se debería distribuir entre todas las dosis que se esperen vender durante 20 años (tiempo de duración de las patentes). En 2021 Pfizer espera vender más de 1.300 millones de dosis; supongamos que, para los próximos años, su previsión es mantener un volumen de ventas de 1.000 millones de dosis anuales. Así, resultaría que, 1.000 millones € de gasto en investigación, divididos entre 20.000 millones de dosis en 20 años, son 0,05 €. Es decir, el precio por dosis debería ser 0,98€. Redondeamos a 1 €.
¿Cuánto estamos pagando por la vacuna?
Celeste López y Jaume Masdeu han dado a conocer en La Vanguardia el contrato de Pfizer con la Unión Europea, por 200 millones de dosis más 100 millones adicionales (López y Masdeu, 2021). Ahí se ve cómo por los primeros 100 millones de dosis se fija un precio de 17,5 €, y por los siguientes 100 millones, el precio es de 13,50, haciendo una media de 15,5 € por dosis. Ese precio se mantiene para los 100 millones de dosis adicionales. La Unión Europea ha firmado otro contrato para 2021, por otros 200 + 100 millones de dosis, que, suponemos, tendrían un precio similar. Como vemos son precios 15,5 veces por encima del precio justo. Deberíamos haber pagado 600 millones € y vamos a pagar 9.300 millones €, 8.700 millones de sobre-precio. Aunque el coste fuera tres veces más, y la UE pagara 3 euros por dosis, como con la vacuna de AstraZeneca, seguiría habiendo un sobre-gasto de 7.500 millones €.
En el contrato también se comprueba que la UE ha cedido en otro aspecto importante. Si ocurre cualquier reclamación por efectos adversos, será la UE (el cliente), y no la empresa (el fabricante), el que pague las indemnizaciones. ¿Es eso justo?
Las grandes empresas farmacéuticas quieren más.
Aunque, como hemos visto, los precios de las vacunas son abusivos, al parecer Pfizer está negociando con la UE un aumento de precios para sus próximos pedidos. El primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, informó que la UE estaba negociando con Pfizer un precio de 19,5 euros para un posible pedido de 900 millones de dosis en 2022, que podrían ampliarse a otros 900 millones en 2023 (ABC, 2021; European Commission, 2021). No solo no hay una disminución de precio, para acercarlo al precio de coste, sino que se añaden otros 4 euros más por dosis. A este precio, la UE pagaría 35.100 millones € por 1.800 millones de dosis. El exceso de gasto, respecto al precio de coste, en que incurriría la UE con el dinero de los contribuyentes, sería de 33.300 millones €. Un verdadero despropósito.
¿Por qué la UE pide otros 1.800 millones de dosis para 2022 y 2023?
En un anterior artículo ya advertíamos la posibilidad de que tuviéramos que recibir dosis de refuerzo, o bien hacer frente a nuevas variantes. En este sentido, el CEO de Pfizer confirmó que, seguramente, se necesitaría una tercera dosis en los próximos 6 y 12 meses, y a partir de ahí, habría una revacunación anual (Lovelace Jr, 2021). “Y, además -añadió- las variantes jugarán un papel determinante”, pudiendo requerir nuevas vacunas.
La Comisión Europea debe estar previendo estas circunstancias, y quiere encargar 2 dosis por habitante en 2022 y otras tantas en 2023. Lo terrible es que siga manteniendo los monopolios, limitando la producción a unas pocas empresas, y aceptando precios abusivos, que detraen recursos esenciales para otras necesidades, y que muchos países de bajos ingresos no podrán pagar, acumulando, además, las dosis disponibles para el mundo rico, lo que retrasará todavía más la llegada de vacunas países en desarrollo, perpetuando la injusticia.
¿Por qué la UE paga estos sobre-precios abusivos?
La Comisión Europea dice que los sobre-precios de las patentes son para “incentivar” la investigación. Pero no es así. Desde luego no lo es en ese caso, donde casi toda la investigación ha tenido financiación pública, pero tampoco lo es para el resto de medicamentos. Si estudian los datos de los balances de los últimos años de las empresas farmacéuticas más grandes, se verá que a investigación destinan un 16%-17% sobre ventas, en promedio (incluyendo la investigación que no ha funcionado y la investigación no innovadora). Si se añade a esa cantidad los costes de fabricación, otros gastos generales y de marketing, y un beneficio industrial similar a las empresas no farmacéuticas, el total asciende a un 65% sobre ventas. El resto, un 35% sobre ventas es beneficio excesivo por precios injustificados: alrededor de 400.000 millones € anuales en el mundo.
Parte de esos beneficios injustificados se destinan a marketing reforzado, incluyendo acciones de lobby para influir sobre la UE, los gobiernos, los parlamentos, las agencias, los tomadores de decisión en las administraciones, etc., etc. Además, la UE y los gobiernos de los países miembros saben que los accionistas institucionales principales de algunas de estas empresas farmacéuticas son grandes empresas de gestión de inversiones, como BlackRock, Vanguard, State Street, etc., que gestionan unos activos mayores que el PIB de la mayoría de los países, y tienen una capacidad de presión muy importante. Quizá por eso los gobiernos no se atreven a plantear la suspensión de patentes de las vacunas y de los medicamentos; no quieren disgustar a un poder tan fuerte como varios gobiernos juntos y más poderoso que cada gobierno solo.
La consecuencia es una enorme injusticia: la desigualdad en el acceso a los medicamentos en todo el mundo. 1 de cada 4 personas no pueden comprar el medicamento que necesitan: Y 10 millones de personas mueren cada año por no tener acceso al medicamento que le podría haber salvado la vida. Pensemos por un momento que fueran nuestros hijos, o nuestros padres…
Antes de que se empezaran a autorizar las primeras vacunas, el año pasado, el Papa Francisco dijo: “¡Sería triste si, para la vacuna frente a la COVID-19 se diera prioridad a los más ricos! ¡Sería triste si esta vacuna fuera a ser propiedad de esta nación o esta otra, en vez de universal y para todos!”. Pues así ha sucedido, querido Francisco, y es verdaderamente triste: en EEUU y en la EU, al ritmo de vacunación actual, estaremos vacunados todos antes de final de 2021. Mientras tanto, en muchos países de África, América Latina y Asia, no se podrá vacunar a toda su población hasta finales de 2022 o en 2023. Imaginemos si hubiera sido al revés ¿Qué diríamos los europeos? ¿Lo aceptaríamos?
Los tiempos están cambiando, que cantaba Bob Dylan.
El pasado 14 de abril 175 personalidades, antiguos Jefes de Estado y primeros ministros, así como premios Nobel, dirigieron una carta al presidente de los EEUU pidiendo que apoyara la suspensión de las patentes de vacunas COVID, la transferencia de tecnología y conocimiento y la fabricación a gran escala, para poder llegar a toda la población mundial en el menor tiempo posible (Agre, 2021). De la misma manera, el 21 de abril, en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, el presidente Pedro Sánchez señaló: “Por otro lado, quisiera hacer alusión a un tema que está cobrando especial relevancia y es el de la eliminación de las patentes de las vacunas. Y quiero decir que los derechos de propiedad intelectual deben ayudar y no ser un freno en la lucha contra el COVID-19. Y en este sentido, España está dispuesta a impulsar esta discusión, especialmente entre nuestros socios europeos, también en el marco de la Organización Mundial del Comercio, para analizar las opciones que nos permitan avanzar de la manera más eficaz y equitativa posible en la lucha contra la COVID-19” (Sánchez, 2021). Es la primera vez que el Gobierno de España se manifiesta así.
Ahora bien, si se pone el tema de las patentes sobre la mesa y se discute seriamente, las empresas y sus lobbies tratarán de bloquear cualquier modificación de la situación actual, porque se juegan mucho dinero. Haría falta un clamor ciudadano que diera fuerza a los gobiernos, que les animara y que no tolerara que se quedaran en fórmulas retóricas. Por eso hace falta que millones de personas, en todo el mundo, exijan la suspensión de las patentes de las vacunas y un acceso justo a todos los medicamentos.
Una de estas acciones ha tomado la forma de la Iniciativa Ciudadana Europea “Derecho al tratamiento”, para que “nadie se lucre con la pandemia”. Cientos de asociaciones y organizaciones sociales, como sindicatos, o asociaciones vecinales, grupos estudiantiles y profesionales, apoyan esta iniciativa para pedir al Parlamento Europeo que cambie las reglas de juego, evite el bloqueo de las patentes, y logre un acceso justo a los medicamentos en Europa y en el Mundo. Tú puedes sumarte a este clamor y puedes pedir a tus amigos que se sumen también. Cumplimentar la firma en la base de datos de la Unión Europea cuesta solo cinco minutos, pero su valor es enorme: https://noprofitonpandemic.eu/es/
Ánimo y suerte.
Agre, Peter et al (2021). Open letter: Former Heads of State and Nobel Laureates Call on President Biden to Waive Intellectual Property Rules for COVID Vaccines. People’s Vaccine Alliance.
Bloomberg (2021). Vaccine Tracker.
European Commission (2021). Timeline of EU action
Gotham D, Barber M, Hill A (2019) Estimation of cost-based prices for injectable medicines in the WHO essential medicines list. BMJ Open, 2019; 9:e027780
Kis Z et al. (2021) Resources, Production Scales and Time Required for Producing RNA Vaccines for the Global Pandemic Demand. Vaccines 2021, 9, 3.
López, Celeste y Masdeu, Jaume (2021). La Vanguardia 21 abril 2021
Lovelace Jr, Berkeley (2021) Pfizer CEO says third COVID vaccine dose likely needed within 12 months. CNBC, 15 abril 2021.
Sánchez, Pedro (2021). Intervención del presidente en la Reunión Plenaria de la XXVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, Andorra la Vella, miércoles 21 de abril de 2021