En recientes años, en los centros epidemiológicos y clínicos de Europa y América más relevantes, se han estudiado intensamente los efectos de los contaminantes de la atmósfera sobre la salud. Numerosos estudios, rigurosos y coherentes, han asociado los contaminantes con un incremento en la mortalidad en las poblaciones expuestas y con un incremento de pacientes ingresados en hospitales. Estos efectos han sido observados en estudios a corto plazo que relacionan las variaciones de los contaminantes y la salud en el día a día; también han sido observados en relación a variaciones en el largo plazo, y lo que es de gran interés, se han visto efectos a muy bajos niveles de exposición.
En las últimas dos décadas la contaminación está emergiendo como un importante problema de salud, en parte, debido a que la contaminación derivada de la combustión del carbón y fósiles está siendo sustituida por la de tipo fotoquímico de áreas soleadas y húmedas con gran número de coches que elevan las concentraciones de partículas y de oxido de nitrógeno en muchas ciudades.
En diciembre de 2002 se celebró el 50 aniversario del gran episodio del smog que sucedió en Londres. En unas condiciones de gran estabilidad meteorológica y de abundante emisión de humos procedentes de las calefacciones alimentadas con carbón de mala calidad,este fenómeno causó un gran incremento en la concentración de contaminantes que, mantenido durante varios días,se cobró la vida de 4.000 personas.
Este fue el primer estudio que fue investigado con rigor, cuyos resultados revelaron que las concentraciones de dióxido de azufre y de humo alcanzaron cientos de µg/m3. Investigadores británicos hicieron un seguimiento exhaustivo de este episodio y observaron que la cifra de muertos no bajaba al disminuir la contaminación, sino que más bien al contrario: esta permanecería varios meses elevada. Los resultados de los análisis posteriores mostraron que el número adicional de muertes debidas a este fenómeno se situaba en torno a 12.000.
Afortunadamente las cosas están cambiando, y también ocurre así en nuestra región. Una legislación efectiva, unida a la presión firme y creciente de una ciudadanía preocupada por respirar aire limpio, ha dibujado un mapa de analizadores por toda la región que pueden ser consultados en el teléfono móvil. Sin embargo, debe conocerse que algunos contaminantes no tienen umbral de seguridad y son peligrosos en cualquier concentración. Este es el caso de ciertos contaminantes que son emitidos a la atmósfera, como las dioxinas de las incineradoras,u otros de muy diferente naturaleza.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha publicado un estudio de 1.415 individuos que nunca habían fumado, con el que concluye que “el riesgo de cáncer de pulmón se duplica incluso con dosis de radón menores de las que fija Europa”.
La SEPAR advierte de la necesidad acuciante de revisar los límites de los contaminantes, los umbrales. En nuestras manos queda el que estas advertencias no caigan en saco roto.
Dr. Félix Payo
Médico
Oviedo 17 de abril 2019